sábado, 1 de octubre de 2011

La camiseta de Perea

El amor al fútbol tiene la gran ventaja de que, sin ayudarte a madurar, sí que te ayuda a aceptar la decadencia y la vejez como inherentes a la vida. Y es que, a poco que sepas de fútbol, desde los doce años puedes mirar con desprecio a un jugador acomodado de la plantilla (que incluso quizás fue tu ídolo hace apenas un par de años) o un nuevo fichaje (que hace dos veranos te hubiera hecho comprarte al momento su camiseta) y decir simplemente: “este está acabado, tiene ya 31/32 años…” Y claro, al principio eso tiene gracia, porque tú eres joven e inmortal y algún día vas a ser como ellos, pero eterno. Pero deja de tenerla cuando te das cuenta de que te vas acercando peligrosamente a la edad que tienen los jugadores que ahora te permites despreciar. Eso sí, con una importante diferencia: tú nunca has sido Pichichi, o máximo asistente, o ganado un campeonato sub-21, o puesto a un estadio de pie. Ni siquiera has marcado un puto gol de pura suerte tras miles de rechaces en un área embarrullada que valiera un mísero punto.
            Es muy difícil por parte de los clubs, de los entrenadores, de la afición, saber tratar a las viejas glorias que ya no son lo que eran pero todavía no han tenido el detalle de retirarse. Y también debe ser muy difícil ser una vieja gloria que sabe que ha perdido una punta de velocidad (posiblemente leve pero absolutamente fundamental) que todos notan. Pero sencillamente esto pasa porque es dificilísimo hacerse mayor y, aún peor, hacerse viejo. Y es muy duro tener que cuidar de familiares que han perdido sus capacidades, que ya no son lo que eran cuando los querías pero a los que tienes que seguir queriendo o, al menos, aguantando.
Creo que, sin llegar a ser un hijo de puta, en esta vida hay que ser sincero (al menos en el fútbol) y partir de que ya no es lo mismo, que no deben jugar lo mismo, que no deben cobrar lo mismo, que no deben gesticular tanto cuando se les cambia por estar al borde del infarto. Pero que un club, igual que una sociedad o mejor, una persona, también mide su grandeza en saber cuidar a sus viejas glorias porque, antes de ser historia muerta, son historia viva y, sobre todo, porque bien comprendidas pueden ser verdaderamente útiles.
En el Atlético de Madrid, en cambio, prácticamente el único caso que encontramos de "madurito aprovechable" o, mejor, aprovechado, es el de Ujfalusi, que salió este verano con 33 años, y el de Simao, regalado en las últimas Navidades (y dejando más cojo al equipo) con 32. Los dos aún serían, no titulares, cierto, pero sí útiles en su puesto.
Ahora mismo el capitán es el canterano Antonio López, de 30 años y con 192 partidos en el equipo.
Pero, dado que en principio el titular para ese puesto parece que será Filipe Luis, el capitán en el campo parece que será Luis Amaranto Perea, el jugador más veterano de la plantilla (32 años), el que más tiempo (8ª temporada) y partidos en Primera (210) lleva en el club e, indudablemente, un auténtico símbolo de lo que, hoy por hoy, significa este equipo.
Luis Amaranto Perea posiblemente sea el jugador con menos calidad de toda la Primera División Española. No es una hipérbole: tiene problemas para hacer el control más sencillo, es incapaz de dar con precisión un pase en largo, duda cuándo usar el golpeo exterior o interior y, cuando llegó, parecía que incluso le costaba asimilar el concepto de fuera de juego. Sin embargo, ha acabado jugando con todos los entrenadores y pese a errores gravísimos puntuales y errores leves continuos, siempre ha sumado más de lo que ha restado.
Resulta encomiable ver su esfuerzo, porque, por sus limitaciones, ha de estar continuamente corrigiendo sus propios errores (“a veces me lío solo” resumió él mismo con la sencillez y contundencia con la que no siempre despeja.)
Pero lo cierto es que normalmente es cierto que sabe enmendar sus desastres. Y es que Perea no ha sido dotado con habilidad en los controles, buen golpeo de balón o lectura del juego, pero sí con una velocidad increíble (probablemente siga siendo, a sus 32 años, el futbolista más rápido de la Liga) que le lleva a subsanar el balón que se dejó meter a su espalda o se le coló por debajo de las piernas, a adelantar al delantero que le dejó atrás con un amago que sólo podría tragarse un niño o a arrollar (tocando balón, eso sí) al que poco antes le había derribado con la sencilla técnica de meter el cuerpo que se aprende en infantiles.
Pero, sobre todo, Luis Amaranto Perea es un símbolo del aguante, de alguien que desde el primer momento sembró las sospechas de que no debería  haber llegado a profesional, y menos al Atlético, y ya se ha convertido en el extranjero rojiblanco con más partidos en la Liga; que siempre sembró dudas pero acabó ganándose la titularidad con todos los entrenadores que han pasado por el club y que, pese a las suspicacias de hinchada y directivos ha acabado siendo el segundo capitán. Realmente, el capitán en funciones mientras Filipe Luis esté al nivel esperado.
           Lo más flagrante es que al pobre Perea, símbolo de este Atlético como ningún otro, le robaron su merecido momento de gloria: en 282 partidos oficiales no cuenta con ningún gol, pero un día marcó uno: en el derby Atlético-Real Madrid de la temporada 2006-2007 se le anuló un gol absolutamente legal (que sólo podía ser anulado para ser sustituido por un penalti y expulsión sobre Kun), que hubiera significado el 2-0 y, por lo tanto, seguramente, el camino a la victoria en un derby, algo que no le ocurre al equipo del Manzanares desde hace ya 11 años. Y esa victoria hubiera sido gracias a Luis Amaranto, que normalmente ni sube a rematar y no merecía ser más de ningún otro (si acaso de Torres, que había marcado el primero). Sin embargo, el árbitro anuló ese gol y en un derby posterior, Perea, que pudo haber sido héroe, pasó a villano por un error patético que regaló el 3-0 y, por tanto, la sentencia, a Higuaín.







Y el error arbitral ni siquiera se protestó demasiado, quizás porque era un gol anotado por Perea, y de Perea sabíamos lo que nunca podíamos esperar (un gol, claro, pero tampoco un regate, un centro bien puesto, sacar el balón jugado). De Perea esperábamos otras cosas (cortes espectaculares, entrega constante, carreras hasta el último segundo) y también nos temíamos bastantes: a fin de cuentas, cada partido era un thriller disparatado en el que, en cualquier momento, cabía esperar un error garrafal que te dejara a medio camino de la risa, el llanto y la rabia.
Sin embargo, siete años después de conocernos, Perea fue capaz de volver a sorprendernos. Porque lo que nunca cabía esperar era la fiabilidad, término aparentemente antónimo de Perea o quizás de Luis Amaranto. Sí, la fiabilidad. Desde la llegada de Quique, Perea se convirtió en el defensa más solvente y seguro con muchísima diferencia. Son antológicos sus partidos contra el Liverpool en la Europa League, pero lo más sorprendente es que, de verdad, más o menos mantuviera el nivel, siempre, sin duda, por encima de Domínguez y Godín.

En fin, esto se está estirando demasiado, porque sólo pretendía ser una reflexión sobre el paso del tiempo y las reflexiones sobre el paso del tiempo conviene hacerlas rápido, sobre todo si son amargas.

Y lo peor de esto es que, cuando Perea se estaba convirtiendo en un central fiable, resulta que ya va camino de los 33 años y que, si hay un futbolista que necesita la velocidad para sobrevivir y seguir tapando sus continuos errores (una cosa es que haya mejorado y otra distinta es que haya dejado de ser Perea), ese es él. Además, acaba contrato al terminar la temporada, por lo que mucho me temo que este será su último año en el Atlético de Madrid. Así que he decidido comprarme su camiseta por varias razones: la primera es que hay que insistir en que si ganamos la Europa League y la Supercopa de Europa fue en gran parte gracias a él, y aunque sea con retraso hay que agradecérselo, porque es muy posible que no volvamos a ganar nada. La segunda, que me he permitido despreciar muchas veces a un deportista que sólo puede ser motivo de admiración, no ya por su superación personal continua, sino porque tiene 1 Intercontinental, 2 ligas, 1 Uefa y 1 Supercopa de Europa, mientras que yo, que voy camino de su edad, jamás he sido internacional por Colombia, o puesto de pie a un estadio o tan siquiera he marcado un gol de pura chorra a la salida de un córner tras miles de rechaces. E imagino que cuando se vaya Perea y deje de sufrir un sobresalto injustificado con cada balón que se acerca al área de mi equipo, me habré hecho un poco más mayor y quizás, por fin, el fútbol me haya ayudado a madurar aunque sea levemente. Así que sólo puedo pedir que a él no se le haga irse por la puerta de atrás, sino que se recuerde que, con todos sus errores, es el extranjero con más partidos, que aunque tenga la misma calidad que yo con un balón en los pies, siempre sumó más de lo mucho que restó. Y, sobre todo, espero que se retire con Filipe Luis en plena forma, para que se despida con el brazalete de capitán el verdadero símbolo de que pertenecer a este equipo consiste en aguantar bromas crueles, tragar chistes estúpidos, lidiar con críticas exageradas que pasan por alto tu esfuerzo y aguantar, y sufrir y seguir y esperar tu momento de gloria sabiendo que es posible que te lo intenten anular, pero que es el momento que justifica todo lo que has tragado hasta este momento. Y que eso, aunque sólo sea una excusa interna para seguir aguantando o para autoconvencerte de que, después de todo, el periplo ha merecido la pena, no puedes permitir que te lo quite nadie.

4 comentarios:

  1. En lo que es de la reflexión sobre el paso de tiempo te has sobrepasado ;) (en el muy buen sentido de la palabra)

    En tiempos normales me habria limitado a poner algo del estilo todo esto para contarnos que te has comprado una camiseta de Perea- es que tenia que ponerlo de algun modo-

    Por cierto, me gusta la foto

    Saludos,
    L~

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  2. je, pues ha sido poner la entrada y Manzano dejar a Perea FUERA DE LA LISTA de convocados.... xD
    Es cierto lo de la Uefa, sí, yo flipé...
    Pero q sea un símbolo del atleti... casi me convences pero uuufff... perea?? jejeje.

    Y lo de la camiseta no me lo creo, fijo q ni se encuentran! xD

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  3. Jejejeje. Muchas gracias por tus amables palabras, L... En lo de que me he enrollado como una persiana tienes toda la razón... pero no te creas que comprarse una camiseta de Perea es moco de pavo, como ya ha dicho anónimo ;)
    Lo q aprovecho para pedir que, aunque no tengáis cuenta Google, firméis para que esto sea más cercano.
    Un saludo a los dos.

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  4. Perea es lo pero que se ha visto en el calderon en defensa desde que se inaguró el estadio, es un liebre que corre y corre, pero lo que deberái haber hecho es dedicarse al atletismo y al atletico. un amigo tenía un control de los puntos perdidos por su culpa y era de risa, era casi como como la mitad de los puntos que nos habia dado el Kun pero a la inversa, Por Dios, Que lo retiren o fracasaremos otro año mas!!!!

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